Contenido creado por Martín Otheguy
Música sin enemigos

Lo pop no quita lo inteligente

Música sin enemigos: Róisín Murphy

En una nueva entrega de "Música sin enemigos", Andrés Torrón nos habla del pop inteligente del nuevo álbum de la artista irlandesa Róisín Murphy.

21.05.2015 13:00

Lectura: 5'

2015-05-21T13:00:00-03:00
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Cuando uno habla de música pop 'inteligente' puede sonar un tanto pretencioso, al dar quizás por sentado que el grueso de esa música no lo es. Pero, en todos los géneros y estilos imaginables hay artistas que tratan especialmente, no solo de respetar al potencial oyente, sino de darle algo más que lo que supuestamente espera. Puede ser el caso de la artista irlandesa Róisín Murphy.

Desde la década de 1980 la música de raíz electrónica creada en principio para las pistas de baile, fue saliendo de las discotecas mezclándose con una cantidad de propuestas. Los británicos que han sabido casi siempre darle un toque personal a la música pop originada en su ex colonia Estados Unidos, fueron en parte los responsables de esto. A inicios de los 90, la mezcla de música electrónica bailable, hip hop , dub y reggae dio origen a lo que se llamó trip hop, un estilo difícil de definir, pero que combinaba de forma oscura -con toques también del pop dark de Joy Division y del rock alemán- todas esas tendencias en el formato canción.

El trip hop se convirtió en moda, y pasó de ser un género alternativo a un estilo musical asociado con cierta onda sofisticada y superficial de música de coctel.

A caballo entre lo alternativo y la moda aparecieron una cantidad de propuestas que tenían su interés. Una de ellas fue el dúo Moloko, integrado por Róisín Murphy y Mark Brydon. Moloko tomaba ciertas cosas del trip hop, llevándolo a un costado más pop y bailable, mucho menos dark, pero no por eso menos interesante.

Aunque algunos vieron al grupo con cierta desconfianza, especialmente por el costado histriónico de Murphy y su gusto por los disfraces excéntricos (una década antes de Lady Gaga) había mucho de creativo en la música de Moloko, especialmente su falta de prejuicios que hacía que lo "raro" se mezclara con lo pop de manera natural. Un excelente ejemplo es el hit del grupo "Fun for Me" -muy difundido por haber convertido en cortina de más de un aviso publicitario- con su mezcla de canción jazz, sofisticación electrónica, pulso bailable y sentido del humor.

A inicios del nuevo siglo Moloko se separó y Róisín Murphy comenzó una carrera solista.
Para su primer disco, editado en 2005, Murphy se asoció con el talentosísimo músico y productor Matthew Herbert.

Herbert es un músico de formación clásica que combinó como ningún otro la música electrónica de raíz bailable con la tradición de la música electrónica "culta". Son buenísimos sus experimentos transformando sonidos cotidianos en música. Hay mucho de eso en Ruby Blue, el excelente debut solista de Murphy, un disco donde el feeling de las orquesta de jazz de la década del 50 se mezcla con la música de discoteca y la experimentación con sonidos no convencionales. Lo más interesante es que esta experimentación está utilizada en canciones bastante directas con muy buenas melodías y donde la muy buena voz de Murphy juega un papel principal.

El disco fue muy bien recibido pero no fue un éxito masivo. En su siguiente trabajo Murphy mostró su costado más pop. Overpowered, de 2007, es un disco menos experimental, pero igualmente lleno de buenas canciones.

Con Overpowered pasó lo mismo que con Ruby Blue; fue un álbum muy comentado, quizás aun más popular que su predecesor, pero no llegó a convertir a Róisín Murphy en lo que entendemos por una estrella pop.

Durante estos años Murphy estuvo dedicada a una cantidad de proyectos paralelos, entre ellos un muy disfrutable EP de versiones de canciones italianas de los años 60 y 70, llamado Mi Senti.

Hace unas semanas editó su tercer álbum solista, titulado Hairlesss Toys, que vuelve a mostrar su mejor faceta en un contexto que si bien no es radicalmente diferente sí tiene sus particularidades.

Hairless Toys es un disco mucho más calmo e introspectivo que sus anteriores trabajos, sin dejar por eso de ser pop y bailable. La conjunción "raro-popular" que está en todos sus discos aquí está mucho más interconectada. Su voz, por ejemplo, gana muchísimo en matices en ese plano más intimo y mucho menos afectado. Murphy tiene el don de dar más de lo que se espera de ella. "Exploitation" uno de los temas centrales del disco, logra un clima tenso que nunca termina de irse del todo, pese a lo "cantable" de la melodía.

Su extensión por más de nueve minutos va transformando el tema de canción pop en música instrumental climática y abstracta sin que nos demos mucha cuenta de la mutación.

A esta altura es casi seguro que Róisín Murphy no va a ser la próxima estrella pop. No es demasiado importante. Su música y sus aportes merecen ser escuchados.

Por Andrés Torrón